La “Flor del caldo”(a mi abuela)

Solo conocí a una de mis abuelas: la “Yeya”. Era la madre de mi madre. Andaba acomplejada por su nombre, Primitiva; así que todo el mundo la llamaba “Chatun” por su pequeña nariz, incluso mi madre quien solo le decía mamá cuando se cabreaba.La Yeya era bajita, regordeta, muy parecida a Rafaela Aparicio, mucho, salvo que sus ojos eran preciosos, expresivos y chispeantes. Era un prodigio de humor e inteligencia. Inteligencia, porque a los seis años empezó a trabajar y aprendió a leer sola con los trozos de periódicos con los que se envolvian la carne y otros productos de la época. Inteligencia por su afición desmedida a la medicina (leyó cuanto pudo acerca de ello), hasta el punto que no pudiendo estudiar al ser mujer y pobre, algún médico le pidió consejo en casos concretos; es más, ella fue quien a su propio galeno le dijo: “Matías, me ha dado una trombosis”, cuando esta era casi imperceptible, y murió de ello a los pocos meses. Era un prodigio en todos los sentidos.

Mis primeros recuerdos de ella son sus brazos frescos en verano, sus besos y el olor a manzanas que tenía su casa, como disfrutaba meciendome en su butaca y de qué manera devoraba piquitos de pan con queso de bola semiduro que compraba importado de Holanda (vivíamos en Ceuta donde los productos de importación eran muy comunes al ser puerto franco). Pero hay algo que despierta mi ternura y es la liturgia del cocido, ese momento en que todo en la cocina se paraba para que ella con todo el amor del mundo me llamara y me ofreciera en un vasito marca Duralex, el primer fruto de ese caldero mágico en el que se cocía lo mejor del mercado para su nieto. Ese vasito, contenía lo que ella llamaba ” la Flor del Caldo ” y era para su niño, “pero no se lo digas a nadie” , añadía, y me sabía a gloria.

Hoy ya no hay Flores en el caldo, ni mecedora, ni el queso sabe como ayer, ni siquiera voy por Ceuta, pero de vez en cuando, cuando sopla el poniente que viene de mi tierra oigo su voz, su acento andaluz, diciendo : “Toma, la Flor del Caldo para mi niño, pero no se lo digas a nadie”.

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